Sobre las denominadas “luchas en defensa de la tierra, el territorio y los recursos naturales”

pueblos andinos en lucha

 

1° parte: Aportación para la ubicación de las luchas por el territorio, la defensa de la tierra y los recursos naturales en el marco general de la lucha histórica del proletariado contra el estado-capital por imponer las necesidades humanas.

I

En esta sociedad de clases histórica, la capitalista, toda la actividad humana está orientada de tal manera que nada escape del proceso de valorización del capital. Todo el proceso de producción[1] (producción-distribución-cambio-consumo) de lo necesario para nuestra reproducción material (alimento, vestido, casa), hasta el ocio y las diversiones (necesarias para la reproducción la mercancía fuerza de trabajo), más aun la forma en que nos relacionamos socialmente, desplazamos, transportamos, aprendemos, la forma que adquiere el espacio social, la vivienda, las carreteras, la infraestructura, la naturaleza (agua, aire, tierra, etc.), todo, absolutamente todo está cubierto por el manto del capital, es decir todo lo existente se presenta como tal, no para satisfacer las necesidades humanas, para reproducirnos plenamente, sino que es así para que se realice la mercancía, para que se complemente el ciclo de valorización del valor. Así, poco importa que mueras de hambre, tengas necesidad de vivienda o vestido y haya excedente de alimentos, de casa y de vestido, no importan tus necesidades, lo que importa es que los alimentos, la casa y el vestido se realicen como mercancías, completen su ciclo de valorización, pues desde que se producen hasta que se consumen adquieren esa característica de mercancía, de valor por valorizar.

Esta forma que adquiere la sociedad, no es una “idea” que surge y se mantiene por unas “mentes perversas” (aunque realmente la clase capitalista sea repugnante y no tengan la menor intención de ocultar su desprecio por la vida humana y la naturaleza), sino son relaciones sociales que se fueron labrando a lo largo de la historia, un proceso de muy largo alcance, pero que sin lugar a dudas está condenada también a perecer, como otras sociedades de explotación y dominio perecieron[2].

¿Dejando un poco de lado la abstracción, a qué vamos con todo este “rodeo”? Simplemente, es un pasaje necesario para comprender que la dinámica del capital que históricamente privilegia ciertas actividades humanas para realizarse, es decir en algún momento privilegia la producción de mercancía vivienda, por sobre las de mercancía-alimento o necesita que los servicios de salud, o de educación se mercantilicen y dejen de ser “servicios públicos” porque el capital necesita encontrar nuevas áreas para realizarse[3]. De la necesidad de valorización del capital es que se configuran “nuevas” formas de intervenir en la naturaleza y la actividad social, agua, aire, tierra, conocimientos de la naturaleza, etc.

II

Así podemos observar como a lo largo del siglo XX la región latinoamericana atravesó por un proceso en que el capital privilegio actividades como la industria, posibilito una productividad en el campo, se constituyeron servicios de salud, de educación, de vivienda, todas estas actividades posibilitaban un ciclo de acumulación de capital más o menos estable en el conjunto de la región. Todo este proceso obviamente no pudo escapar de sus propias contradicciones, estamos hablando de lucha de clases, el ciclo de reproducción de las relaciones sociales de producción capitalistas, no puede estar exento de contradicciones es la propia esencia del capitalismo; violencia, miseria, hambre y muerte escurrían a chorros en la ciudad y el campo, así observamos cómo se dio paso a una subversión del proletariado, en el campo, en la ciudad, expresiones por imponer las necesidades humanas por sobre las del capital, a distintos niveles.

Actualmente, las actividades productivas en el campo o la industria (nos referimos a la producción de bienes de consumo directo: alimento, vestido, etc.), por la propia dinámica del capital han dejado de ser lo suficientemente rentables. Así observamos como aproximadamente hace tres décadas, se está reconfigurando la intervención del capital en el espacio social, en la naturaleza, privilegiando “nuevas áreas de la producción”, “nuevas actividades sociales mercantilizadas”, Hemos sido testigos como en estas últimas décadas se desmantelan los “servicios públicos”, de salud, vivienda, educación, pensiones y seguridad laboral, etc.

El capital hace todos estos movimientos abriéndose paso desde el estado, que es su institucionalidad y no al contrario de él como el izquierdismo recalcitrante nos quiere hacer creer. Obviando el hecho de que las condiciones en que podíamos reproducir nuestra condición de esclavos asalariados, en que sudábamos y sangrábamos plusvalía que se apropiaba la burguesía y el estado eran “menos hostiles” por poder acceder a los servicios de salud, vivienda, o la adoctrinante educación de estado, mismos que posibilitaban nuestra reproducción como mercancías (mitología que construye el izquierdismo, del pasado paradisiaco), no existe ninguna contradicción entre “proteccionismo-neoliberalismo”, como toda la izquierda del capital nos quiere hacer creer, son las dos caras del proceso de acumulación del capital, algunas veces posibilita estos derechos y otras los negara tajantemente de acuerdo a sus necesidades[4], Así es de acuerdo a las necesidades del capital que se arrojan algunas migajas, mismas que posibilitan su ciclo de reproducción (por ejemplo a partir de la redistribución del ingreso, la consolidación del mercado interno, etc.) y cuando entra en crisis dicha fase, se suceden periodos de suma violencia, como en el presente. Esto por un lado nos demuestra que no debemos marchar tras un “nuevo proyecto de nación” donde el estado cumpla sus “responsabilidades”, sino que es un signo claro de que no podemos estar supeditados a los ciclos del capital, que debemos destruirlo junto con el estado e imponer las necesidades humanas.

III

Junto con el traslado de capitales a las áreas de educación, vivienda, salud, también se abre paso una reconfiguración del espacio social, de la urbe, del campo, de la naturaleza en su totalidad (flora, fauna, recursos minerales, conocimiento social de la naturaleza). El capital necesita nuevas formas de intervenir en el espacio para reproducirse. En la ciudad y en el campo el despojo adquiere matices diferentes pero la dinámica de intervención es la misma, despojo de lo común y su posterior codificación en términos de mercancía: la tierra el aire, el agua. La consigna del capital es clara y se abre paso desde el estado con todos los mecanismos de violencia que le caracterizan.

Los recursos ideológicos de los que se vale el capital para despojar y mercantilizar son los más diversos, van desde el discurso que encanta al ciudadanismo progre de “proteccionismo ecológico”, la generación de “energías verdes”, o el siempre presente, alojado en el corazón del capital mito del progreso, a partir de la generación de infraestructura (carreteras, viviendas, lo necesario para la circulación de mercancías humanas y no humanas), la “generación de empleos”(complejos turísticos, habitacionales).

Desde el despojo de las tierras que se pretende llevar en San Salvador Atenco; la implantación de la minería salvaje y devastadora en distintas regiones; la digna lucha que llevan adelante proletarios en el Istmo de Tehuantepec contra la instalación de complejos eólicos generadores de energía, a costa del despojo común de tierra, mar y aire; la tarea de “limpieza social” que el democrático Gobierno del Distrito Federal lleva contra los proletarios que trabajan en las calles como vendedores ambulantes y la puesta en venta del último rincón de la ciudad para construir tienduchas comerciales (espacios en general para el consumo y el ocio estupidizante y espectacular de masas), levantar edificios y complejos habitacionales, oficinas a costa de la expropiación de predios comunes, las carreteras, como: la Supervia Poniente; el proyecto de Autopista Naucalpan – Aeropuerto de Toluca; el Tren Interurbano México-Toluca y el Viaducto Elevado entre muchísimas otras que crecen día con día, dando paso a la organización de distintas comunidades afectadas. Se trata de distintos manifestaciones de una misma violencia del estado-capital, su necesidad de encontrar nuevas formas de intervenir en el espacio para realizarse, para completar el ciclo de valorización del valor. Son “nuevos espacios” donde se lleva adelante la lucha de clases, lo que antes y aun hoy se manifestaba con mayor o menor claridad en la fábrica, en el campo, la pugna entre necesidades del capital y necesidades humanas, que tomaba la forma de asociacionismo obrero, campesino, en suma proletario, es la que también se lleva ahora en todos estos espacios, manifestaciones todas de la lucha de clases, de la contradicción entre mercancía y vida humana.

El izquierdismo nos dice que se trata de “nuevos sujetos sociales”, “nuevas formas de lucha” y se unen al coro unánime del fin del proletariado (que nunca conocieron o nunca comprendieron), no reconocen estas como lo que son, luchas proletarias por las necesidades humanas contra el capital y el estado. Nos dicen que se trata de “movimientos de indígenas”, “de pueblos”, de “ciudadanos indignados”, todas las categorías mistificadoras que posibilitan el aislamiento de las luchas y su recuperación por todos estos grupúsculos, diciendo que solo se trata de movimientos democráticos. Así la izquierda del capital hace la labor de aislar, de desgastar y de conducir por el sendero de la derrota a todos estos movimientos de proletarios tendientes a insurreccionarse contra el estado, les niegan la posibilidad de reconocerse como clase en contradicción con el mundo de la mercancía, con el estado-capital, la posibilidad de reapropiarse de su memoria de lucha, de reconocerse en las luchas que proletarios como ellos en las fabricas, en el campo, llevan adelante en todo el mundo, que es una sola lucha.

Desde hace décadas millones de proletarios incontrolados, se insurreccionaron en el campo, en la ciudad, por imponer las necesidades humanas, ahora el izquierdismo nos dice que solo son movimientos que buscan democracia y el respeto de “sus derechos humanos”, sus “derechos como pueblos”, que deben ser garantizados por un nuevo estado, llamándonos a construir “un nuevo proyecto de nación”, a renovar el “pacto social”.

Pese a toda la mistificación de la izquierda y la extrema izquierda del capital nuestra clase da muestras de conflictividad, la tendencia por constituir y afirmar su autonomía de clase se hace presente. Así en el Istmo de Tehuantepec y en varias zonas de la Oaxaca insurrecta, de Puebla, Michoacán, Chiapas, en la ciudad de México, proletarios incontrolados conforman asambleas, consejos, practican el boicot, el sabotaje, la expropiación, la recuperación- toma de tierras, se esfuerzan por comprender su momento histórico, de apropiarse de su experiencia de lucha, todo esto en comunidad, en solidaridad. Reconozcamos estos procesos como lo que son, de proletarios contra el estado-capital, potenciemos en común la tendencia de ruptura radical que dichos procesos tienen, combatamos las mistificaciones de la izquierda del capital, el ciudadanismo y el reformismo invariante.

IV

En este contexto en que los antagonismos se agudizan, en que el estado-capital no cesa de atentar contra la vida, se torna entonces necesario situar estas luchas en su justo terreno, el de la lucha revolucionaria del proletariado por imponer las necesidades humanas. Afirmamos que esto no se constituye a partir de las “estrategias” que promueven los “autonomistas contemporáneos” y sus propuestas de “agrietar el capitalismo”, que margina la cuestión fundamental e ineludible del proceso de revolución mundial y destrucción violenta del estado-capital. Las comunidades que han emprendido un proceso de lucha frente al asedio del estado-capital a sus recursos naturales y sus territorios, mantienen un potencial subversivo e insurreccional, mismo que es mermado por las más diversas ideologías[5].

La necesidad de destruir esta sociedad de explotación no es tampoco una idea que se formen las “mentes humanitarias”, es una cuestión objetiva la “necesidad de comunismo”, está presente como movimiento histórico, como expresión de las subjetividades por imponer las necesidades y deseos humanos, por sobre todas las relaciones y formas de dominio, de explotación y separación, que históricamente se han presentado en las sociedades. Este enunciado debe entenderse contrario a todo mecanicismo o determinismo, la satisfacción de las necesidades humanas, la realización de la humanidad en todos los aspectos de la existencia material (física, emocional, intelectual, etc.) no son abstracciones, son cuestiones concretas que el hombre en la naturaleza puede realizar, pero no bajo estas condiciones sociales históricas, por el contrario la humanidad, clama la destrucción del estado-capital(en tanto forma histórica de explotación), tiene necesidad de comunismo, la restitución del vínculo del hombre en la comunidad, consigo mismo, contrario a la presente constitución de la vida en fragmentos y los pretéritos estadios de alienación que las sociedades históricas han conocido[6]; no se trata de una resolución definitiva de la “existencia humana”, se trata más bien de la posibilidad abierta de arrojarse al misterio y a la contradicción, del hombre emancipado de relaciones sociales situadas por encima de él, que le tiranizan y le alienan.

 

“Todo está subordinado a las exigencias y a la conservación del Capital. El soldado reparte la muerte en beneficio del Capital; el juez sentencia a presidio en beneficio del Capital; la máquina gubernamental funciona por entero, exclusivamente, en beneficio del Capital; el Estado mismo, republicano o monárquico, es una institución que tiene por objeto exclusivo la protección y salvaguarda del Capital.                                                                                                                                 El Capital es el Dios moderno, a cuyos pies se arrodillan y muerden el polvo los pueblos todos de la Tierra. Ningún Dios ha tenido mayor número de creyentes ni ha sido tan universalmente adorado y temido como el Capital, y ningún Dios, como el Capital, ha tenido en sus altares mayor número de sacrificios.                                                                                                                                               

El Dios Capital no tiene corazón ni sabe oír. Tiene garras y tiene colmillos. Proletarios, todos vosotros estáis entre las garras y colmillos del Capital; el Capital os bebe la sangre y trunca el porvenir de vuestros hijos.” (Ricardo Flores Magón)

 

 

 

¡Por la autonomía de clase, en contra y por fuera de las estructuras del estado-capital!

¡Potenciar la ruptura y el conflicto contra el estado-capital!

¡Contra la civilización, el desarrollo y el progreso del capital!

¡Por la apropiación de la vida humana!

¡Por el Comunismo y la Anarquía!

 

 

[1] “Por eso, cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en un estadio determinado del desarrollo social, de la producción de individuos en sociedad […] Pero todas las épocas de la producción tienen ciertos rasgos en común, ciertas determinaciones comunes. La producción en general es una abstracción, pero una abstracción que tiene un sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común, lo fija y nos ahorra así una repetición”. Karl Marx, Introducción general a la crítica de la economía política (1857).

[2] “Una formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jamás ocupan su lugar relaciones de producción nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de la propia sociedad. De ahí que la humanidad solo se plantee tareas que puede resolver, pues considerándolo más profundamente siempre hallaremos que la propia tarea solo surge cuando las condiciones materiales para su resolución ya existen o, cuando menos, se hallan en proceso de devenir” Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política.

[3] El crecimiento de cualquier capital en particular depende de la acumulación del capital social total. Este hecho pone límites definidos a la expansión de los capitales separadamente. El dueño de un negocio en expansión se hace consiente de estos límites cuando las utilidades decrecientes hacen que deje de resultarle rentable el continuar desarrollándolo. Sin embargo el capital, como la fuerza de trabajo en abstracto, esta diferenciado solo cuantitativamente. Sin importar cual sea el tipo de producción, el capital será empleado siempre que haya una perspectiva de beneficios suficientes. Si se cierra un camino hacia la expansión, serán invadidos otros que se abran. El principio de la rentabilidad es el que distribuye las inversiones en las diferentes esferas y ramas de la producción, distribuyendo el trabajo social de acuerdo con los requerimientos de trabajo excedente de la acumulación de capital. (Paul Mattik, Marx y Keynes. Los límites de la economía mixta).

[4] Nada que ver con el mito que actualmente construye la izquierda del capital, ese pasado mítico, el paraíso democrático de los derechos sociales, de la productividad del campo y de la industria, del estado que “si cumplía su papel” en el proceso producción. Todo esto nos lo dice para conducir todo nuestro potencial de destrucción-creación, tras un “nuevo proyecto de nación”, tras un nuevo proyecto burgués, el “fortalecimiento” del estado, como actualmente se intenta hacer en varios estados latinoamericanos. Toda la izquierda del capital (“izquierda institucionalizada”, o “independiente” estalinistas, trosquistas, ciudadanistas, etc.) se unen a coro condenando “los excesos del capital”, del “modelo neoliberal”, del “capital transnacional”, planteando un falso debate a nuestra clase, buscando que elija entre “neo”-liberalismo o nacionalismo proteccionista.

[5] John Holloway o Raul Zibechi, solo por mencionar algunos.

[6] “La revolución comunista, como toda revolución, es el producto de necesidades y condiciones de existencia reales. Se trata de mostrarlas, de aclarar un movimiento histórico. El comunismo no es un ideal a realizar, existe desde ahora, no como sociedad ya establecida, sino como esfuerzo, como tarea para prepararla. Es el movimiento que tiende a abolir las condiciones de existencia determinadas por el trabajo asalariado, y las deja abolidas efectivamente por la revolución”. Gilles Dauve, Capitalismo y Comunismo.

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