Entender la dimensión territorial de la lucha de Cherán para nutrir nuestras aspiraciones a la autonomía

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Entender la dimensión territorial de la lucha de Cherán

para nutrir nuestras aspiraciones a la autonomía

 

Contextualización

 

En América el despojo de los recursos empezó desde la colonización. Es por eso que desde antes del 2011 el pueblo de Cherán, la comunidad Purépecha más importante de Michoacán, se preocupaba de la tala ilegal de sus bosques. Recientemente, entre 2007 y 2011, 9000 de las 27000 hectáreas de tierras comunales fueron deforestadas por los “talamontes”, gente que pertenece al crimen organizado. Los primeros opositores a la tala clandestina fueron hostigados, violentados e incluso asesinados. La inacción de los poderes políticos locales era la prueba de su complicidad.

El 15 de abril de 2011, la deforestación se acercó peligrosamente al ojo de agua “La Cofradia”, que abastece a la comunidad, las mujeres de Cherán se levantaron y empezaron a cerrar las carreteras donde pasan los talamontes quienes intentaron forzar los cordones de cheranenses, lo que provocó enfrentamientos. Enseguida las barricadas se erigieron en las entradas de está pequeña ciudad y los pobladores se organizaron, particularmente ocupando las calles días y noches, encendiendo “fogatas” en las esquinas para asegurar su seguridad, reanimando los vínculos comunitarios y volviéndose una conexión entre agrupaciones vecinales y las asambleas de barrio. En este periodo de conflicto, los jóvenes recorrían la ciudad para llevar mensajes y víveres a las fogatas y a las barricadas. Esos mismos jóvenes son los que crearon la radio comunitaria Radio Fogata.

Durante el conflicto una milicia popular se constituyó para enfrentar a los talamontes en la ciudad y en los bosques, se consolido como la Ronda, de tradición Purépecha, es decir como un grupo de autodefensa compuesto de voluntarios de los cuatro barrios de Cherán. La Ronda quito las armas a la policía municipal corrupta que huyo con el presidente municipal y sus seguidores.

Después de varias semanas de lucha y la reapropiación de las instituciones públicas, el 13 de noviembre 2011, el Tribunal Electoral de la Federación concede al municipio de Cherán el derecho a regirse con un gobierno de usos y costumbres. El 18 de diciembre del mismo año, se realizó un referéndum municipal para saber si la población confirmaba su elección, lo que hizo. En cambio, la comunidad vecina de Santa Cruz Tanaco, ubicada en el mismo municipio, rechazo la propuesta y pidió estar separada.

Frente a la ausencia de responsables políticos y de funcionarios en las instituciones oficiales, y en espíritu de rechazo de los partidos políticos inspirado por el propio conflicto, la comunidad de Cherán tuvo que organizarse y estructurarse políticamente con una visión a largo plazo. ¿Tres años después el levantamiento, cómo evolucionó el proceso de autonomización? ¿Cuáles fueron los éxitos y los problemas encontrados? ¿Qué significa la formación de un auto-gobierno en la relación autonomía/heteronomía? ¿Qué significa territorialmente desarrollar la autonomía? ¿Y cuál es la estrategia del Estado a enfrentar? Somos algunos compañeros en querer profundizar esos cuestionamientos y por lo mismo formamos una brigada, para ir a trabajar y reflexionar un tiempo con la comunidad de Cherán, para aprender y difundir esta experiencia hacia la autonomía.

 

Mural en el local de Radio Fogata

mural en el local de Radio Fogata

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Desde nuestra llegada una tarde… Al contrario de los pueblos vecinos donde el crimen organizado sigue presente, en Cherán el ambiente está más relajado, hay gente y actividades en la plaza principal. Los jóvenes tienen actividades en la casa comunal (nuevo nombre dado al palacio municipal) hasta las 11pm. Cerca, en una pared de una escuela primaria se ve un mural en el cual se puede ver el rostro de una niña cubierto por llamas, y se lee: “el fuego… la palabra”. Después de algunas discusiones con los habitantes, entendemos rápidamente que la apuesta ya no es tanto la de combatir frontalmente al crimen organizado y a los partidos políticos, sino al dar mantenimiento a esta “nueva tranquilidad”. Eso implica organizar a la policía comunitaria y a los guarda-bosques, pero también la reconstrucción política, económica y simbólica del territorio reconquistado.

 

 

El autogobierno de la comunidad de Cherán

 

La organización política que se estableció después del levantamiento se inspira en la tradición Purépecha pero se modificó con la institucionalización de las fogatas como nivel de base del proceso de difusión de la información y de la toma de decisión. Una fogata, como agrupación de vecin@s, mandata uno de sus miembros, alguien de confianza y que esté disponible para representarl@s en la asamblea de barrio. Sin embargo, esta última queda abierta a tod@s. De la misma manera, las cuatro asambleas de barrio de Cherán conforman a la asamblea comunal (general), igualmente abierta a tod@s. Es está que toma las decisiones finales tendiendo al consenso.

Por otra parte, existen seis consejos “operatorios” y un consejo mayor. Son entidades de carácter operatorio y de funcionamiento autónomo, que rinden cuentas directamente a la asamblea comunal quien les ha creado y son integrados por la misma cantidad de personas de cada uno de los cuatro barrios. Estos consejos se dividen de la siguiente manera: el consejo civil se encarga de la cuestiones de salud, cultura y de educación; el consejo de gobierno comunal gestiona la limpieza, el abastecimiento en agua, el mercado, etc. ; el consejo de los barrios difunde las informaciones políticas, organiza las asambleas ordinarias y extra-ordinarias y contrata a trabajadores comunales en la misma proporción en los cuatros barrios ; el consejo de programas sociales y económicos reparte las ayudas sociales y subvenciones del Estado; el encargado de la vigilancia y mediación, “aplica la justicia”, lo que se traduce por la gestión de conflictos y delitos menores, y sobre todo por la protección de la comunidad con la Ronda. La aplicación de la justicia por la comunidad misma da lugar a intensos debates.

El consejo de los bienes comunes es particular, como el precedente, está a la imagen de la tradición local y responde a las problemáticas que surgieron del conflicto. Se encarga del territorio, protege el bosque de la tala ilegal con sus guarda-bosques, organiza el trabajo de verano de reforestación, mantiene el bosque y concede bonos de recolección de madera a l@s comuner@s, supervisa las empresas comunales como la de extracción de resina o la mina de arena, donde se extrae material para producir adoquines para las calles del pueblo. En cooperación con el consejo civil, trabaja en la valorización de la memoria histórica, sobre todo resguardando las tradiciones Purépechas, o a través la organización de sesiones de reforestación con los alumnos de primaria y secundaria, y últimamente con la construcción de un “Museo del Sitio” (del levantamiento) al aire libre, en una parcela de bosque. En este museo se pueden observar carcasas quemadas de los coches de los talamontes, como testigos de los enfrentamientos. Poco a poco, las plantas cubren las calaveras de metal, la naturaleza vuelve a ganar terreno.

El consejo mayor, compuesto de 12 K’eris (ancianos, sabios) que se encargan de la tesorería municipal y aconsejan a la asamblea comunal. Se reúne en la casa comunal y así juega el papel de representante municipal y mantiene el dialogo con el Estado. Condición sine qua non a la oficialización de un gobierno de usos y costumbres, para recibir su parte del presupuesto estatal reservado a los municipios y entonces establecer la organización política anteriormente descrita.

 

En el Museo del Sitio, una escultura realizada a partir de una camioneta quemada de los talamontes

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Vivir con la realidad de Estado

 

La cooperación con el Estado Mexicano, esta relación dolorosa en nombrar, es difícilmente evitable. La formalización de las relaciones permite “saborear” una victoria que se ganó al precio de la lucha y de la muerte de comuneros. Esta relación no es necesariamente querida, pero es inevitable, sobre todo si un vasto proceso de derrocamiento del Estado no está en marcha, lo que no puede asumir una comunidad sola y aislada. Para algun@s comuner@s, la pregunta no es de actualidad, al contrario la mayoría de la comunidad es campesina y sufre de una grande pobreza, y actualmente, no podría sobrevivir sin las ayudas del Estado. Como casi todos los lugares del planeta, Cherán está atravesado por la economía capitalista pero no le saca provecho. Además, la comunidad no es autosuficiente al nivel alimenticio. El consejo de programas sociales y económicos, que intenta repartir las ayudas según la realidad social más que sobre cálculos de coeficientes familiares y sociales del Estado, es bastante criticado por los comuner@s. ¡Ironía dramática! A veces, toda la estructura política comunal está puesta en duda cuando las ayudas de Estado no están bien repartidas, o cuando los rumores hacen creer que se van a quitar. Si el hambre y la pobreza pueden ser factores de revueltas, en ese caso desestabilizan a la organización política comunitaria. Así, debemos recordarnos la necesidad de no apartar la cuestión de la autosuficiencia alimentaria, y también la dificultad de plantear un proceso revolucionario a largo plazo con estómagos vacíos…

Entonces la comunidad se ve obligada de funcionar con el Estado, y él, que lo sabe perfectamente, impone sus tiempos administrativos, más rápidos de los tiempos que requiere el consenso comunitario. En este caso preciso, la comunidad de Cherán piensa disminuir su número de consejeros para acelerar los procesos de toma de decisión y respectar las temporalidades administrativas del Estado. En otros casos, la comunidad sabe decir no, como cuando el Estado le propuso fusionar su Ronda con la nueva “policía rural[1]” (de Estado) a cambio de refuerzos, armas, material y vehículos. Para Cherán la seguridad es primordial, por lo mismo quiere resguardar la independencia de su Ronda y su modo de funcionar. La comunidad tiene confianza en su Ronda porque está compuesta de nativos de la comunidad. Los nuevos “rondas” (policías comunitarias) son propuestos por las fogatas. Familias y vecin@s se comprometen al proponer alguien cercano, y así se constituye un compromiso entre los individuos y la comunidad. Los rondas sirven a la comunidad y no se benefician de ningún poder, sino el de realizar correctamente su tarea, lo que generalmente esta tomado como un honor. Las rondas no tienen salarios, sino una compensación financiaría mínima. La centena de rondas actuales se comparte el equivalente del total de los salarios que recibían los 30 policías municipales anteriores.

 

 

Territorialización de la autonomía y desterritorialización del Estado

 

Si hay funcionamiento con, también hay desafío del Estado. Uno de lo más grande consiste en negar su trama territorial. Si la comunidad de Cherán recibe el presupuesto municipal para todo el municipio, le paga un 17%[2] a la comunidad de Santa Cruz Tanaco quien había pedido estar segregada, lo que el Estado no reconoce pero la comunidad de Cherán respeta. El territorio reconquistado se redefine con esos nuevos parámetros y prácticas cotidianas históricamente ancladas, las de un espacio vivido atravesado por un conflicto reciente y las tradiciones Purépechas. Además de ser lugares propios de la resistencia, las barricadas y las fogatas eran, y algunas siguen siendo, son espacios de reunión y de organización. Las zonas de bosque devastadas son representativas de un levantamiento mientras que las reforestadas simbolizan una victoria colectiva. Las montañas son lugares de peregrinaje y los ojos de agua permiten la vida de la comunidad, etc. Es la destrucción de un bien común (el bosque) que suscitó una revuelta y luego la organización colectiva que inicia su reparación. Este territorio, esas relaciones cotidianas espacialmente inscritas, asimiladas como no separadas de la naturaleza, son a la vez la causa y la consecuencia, el motivo y el desenlace del conflicto, son las claves del movimiento.

Varios proyectos participan en producir un espacio comunitario, tanto con construcciones concretas de espacios vinculados a la comunidad y a su historia reciente (casa comunal, empresas comunitarias, casetas de policías para reemplazar las barricadas en las entradas del pueblo, la reforestación del bosque, etc.) que con la formación de un imaginario colectivo, de una memoria comuna, como con el Museo de Levantamiento descrito anteriormente, o instituyendo nuevas fiestas locales (aniversario del levantamiento el 15 de abril). En la misma perspectiva, un atlas de Cherán se está realizando y servirá próximamente de herramienta pedagógica en las escuelas de la comunidad.

La valorización de un territorio por su propia población crea un desfase con la trama municipal elaborada desde las alturas de las instituciones de Estado. No es sorprendente que las fronteras reales de la comunidad, dibujadas de acuerdo a una realidad social “autónoma” de las geografías de los funcionarios, no correspondan al recorte administrativo oficial. La comunidad redibujó su territorio (ver mapa) y creó su propia escala espacial, emancipándose, por lo menos parcialmente, de las categorías dominantes.

 

Esta observación invita seriamente a reflexionar en las dimensiones espaciales de la autonomía. La comunidad de Cherán no se limita a una territorialidad pasiva y subordinada (vivir en un territorio administrado, producido por otro), pero se activa en (re)construir su territorio. La auto-institucionalización de una sociedad (necesariamente) inscrita en un espacio, implica la transformación de ese último. La implementación de una organización política propia refuerza y legitima la producción de un espacio a la imagen de una sociedad deseada en común. La comunidad supera así la simple apropiación de un espacio y hace evolucionar la relación de fuerza a su favor (o más bien un poco menos en su contra). La reterritorialización de la comunidad participa en la desterritorialización del Estado. Este pierde un anclaje, un punto de apoyo, pero aún está lejos de vacilar.

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Más allá de la autonomía local

 

Cherán no es un caso aislado en América Latina, muchas comunidades y/o campesinos han luchado para emanciparse de la tutela de Estado y para mejorar sus condiciones de vida. A pesar de las diferencias de situaciones y de los variables niveles de autonomía alcanzados, muchas comunidades comparten el punto común de haber sido cooptados y/o asediados militarmente por el Estado imponente frente a las dinámicas económicas impuestas por el capital. Entonces esas autonomías deben ser relativizadas. No hay que negar que signifiquen avances considerables para quienes las obtienen, pero hay que reconocer que son parciales, incompletas. ¿Cómo hablar realmente de autonomía si es, de una parte, restringida a una experiencia de autodeterminación y/o autogestión localizada todavía atravesada por el capitalismo y que no significa otra cosa que una remodelación del statu quo, de una mutación de la relación dominante-dominado? Las iniciativas que se limiten, conscientemente o no, a una autonomía de independencia política localizada sin cuestionar las relaciones globales de dominación, se volverán, en algún momento, reducida a la autogestión de su miseria, es decir, en gestionar problemas resultantes del modo de producción capitalista.

Entonces no hay que satisfacerse de formas fetiches (independencia administrativa, asamblea, insurrección, etc.) que acabarían siendo un desenlace o una solución milagrosa, pero si repensar sin cesar sus intereses y contenidos en una perspectiva de destrucción total del sistema Estado-capital. No podemos permitir estancarnos frente a un sistema de dominación en perpetua evolución. En esta perspectiva, solo una autonomía expansiva[3], nutriendo un antagonismo constante y generalizado, que podemos imaginar realizándose a través la multiplicación de redes de grupos y comunidades territorializadas tendiendo a la autonomía, es revolucionaría.

En ese texto no es cuestión de juzgar la experiencia de Cherán de “contra revolucionaria”, aunque no hay una unidad ideológica, ni un objetivo revolucionario claramente defendido por dicha comunidad. La autonomía no fue un objetivo político a alcanzar, en cambio, obtener una cierta independencia política se volvió una victoria real. La comunidad se opuso a la heteronomía intrínseca al sistema dominante y la batalla que ganó no es cualquier cosa. Expulso el crimen organizado y los partidos políticos de su territorio, permitiendo reafirmar una organización política de inspiración tradicional. La autonomía, entendida como relación social horizontal incluyente, era una realidad social presente pero adormecida, que el conflicto despertó, reforzó y volvió a instituir al nivel local.

A pesar de eso, la heteronomía no desapareció. Por ejemplo los K’eris siguen teniendo un papel dominante (al mínimo simbólicamente) y la igualdad hombre-mujer queda por profundizar. Sin embargo, la comunidad sigue tendiendo a la autonomía, buscando mantener la horizontalidad, la transparencia de sus consejos y sus críticas perpetuas. En Cherán, todo está siempre sujeto a discusión en asamblea (la aplicación de la justica por ejemplo). Nada está fijado por una constitución, la asamblea comunitaria es soberana. Si las condiciones socio-económicas y la existencia del Estado son realidades a superar, la emancipación del pueblo de Cherán ya hizo un paso enorme y continua su progresión. Paso a paso, la autonomía se construye, es un proceso… sin fin.

 

 

Reflexión y propuesta para los militantes urbanos

 

Dar una lección de anti-capitalismo a las comunidades en lucha no es una solución, ya hacen gran parte del trabajo sobreviviendo y resistiendo a megaproyectos que sangran a América. Hay que mirar de nuestro lado, el de los “militantes urbanos” (para nombrarnos de alguna manera). Conviene reflexionar sobre cómo conyugar una teoría revolucionaría, en la cual nos auto-complacemos muchas veces, con luchas de emancipación concretas en las cuales participamos demasiado poco. La mayoría del tiempo nos inscribimos en luchas de las cuales no manejamos nada, ni el ritmo ni la finalidad, y en las cuales a menudo no hay mucho que ganar, sino un poco de buena conciencia militante. ¡Siempre sufrimos nuestras luchas porque no controlamos lo que pasa en el espacio! Siempre jugamos a fuera, en una cancha que no es la nuestra, sino la del Estado y de su espacio mercancía que es lo urbano[4]. Nuestras luchas e iniciativas desembocan raras veces sobre construcciones estables, territorializadas, porque no son pensadas en esta perspectiva. Nuestros proyectos de autonomías solo pueden ser superficiales y limitados si son imaginados en un espacio neutral, mientras este fue concebido para fines heterónomos. ¿Cómo fortalecer la autonomía en un espacio capitalista, fusionado y fragmentado, que aleja lo cercano y acerca lo lejano? Muy difícil.

Para una autonomía más avanzada, antagónica, imaginamos estrategias de anclajes y la construcción de comunes de todo tipo y no mercantalizados como lo defienden unos liberales o empresarios de la economía social y solidaria. Creamos espacios de disidencias duraderos dentro de los cuales las relaciones sociales (y de producción) están pensadas con el espacio. Desarrollar la autonomía en el territorio del Estado-capital, el de la heteronomía por esencia, finamente administrado y controlado, es una tarea ardua, un desafío que debemos aceptar. Para ese objetivo ya hay pistas de actuaciones, como poner el asunto político (no la vulgar política) al alcance de tod@s, de nuestros vecinos precarios, de las comunidades contra los megaproyectos, de los estudiantes, etc., y fomentar un hacer sin el Estado que pronto, paralelamente, se transformará en hacer contra. Pero no hay que subestimar la dimensión espacial de tal tarea. Hay que apropiarnos de barrios enteros, rentar locales, okupar casas, crear centros sociales, bibliotecas, cooperativas, en fin, lugares de organización y de emancipación. Hay que crear las condiciones reales del apoyo mutuo y de la solidaridad, como lo están haciendo en el barrio de Exarchia en Atenas[5]. Debemos tejer redes de grupos que apuesten a su anclaje y a la autonomía. ¡Debemos territorializarnos para desterritorializar al Estado-Capital! Eso necesita tiempo, esfuerzos y es probable que enfrentaremos la difícil elección de involucrarnos en ciertas luchas más que otras, lo que ya es tema de discusión entre nosotros. Y obviamente el Estado no nos dejará hacerlo, habrá que combatir.

 

La revolución no es un espectáculo que se consume, sino la obra cotidiana de una infinidad de vidas.

[1] Fuerzas rurales: en 2012 un movimiento de grupos de autodefensas, también llamados policías comunitarias, se desarrolló en todo el Estado de Michoacán. Esos grupos se armaron y enfrentaron el crimen organizado así que las policías municipales corruptas, recuperando sus armas. Después casi dos años de conflicto armado y la conquista de 28 municipios, el Estado mexicano decidió de cooptarlos legalizando a esos grupos. Después maniobras políticas las autodefensas se convirtieron en Fuerzas rurales debajo los órdenes del Estado.

[2] Lo que le corresponde en proporción del número de habitantes.

[3] Una autonomía expansiva lo puede ser a la vez internamente y externamente. Al nivel interno, se puede reforzar la horizontalidad de las relaciones sociales, buscar la autosuficiencia alimentaria, dotarse de herramientas colectivas, etc. Al nivel externo, la expansión se puede concretizar por la multiplicación vínculos y redes de grupos trabajando en la búsqueda de una autonomía plena, reforzando una solidaridad efectiva. Para más detalles, ver ¿Qué es la autonomía?, Cuadernos del taller de reflexión y de autoformación del Auditorio Che Guevara n°1, 2014.

[4] Véase: La Revolución Urbana, Henri Lefebvre, Madrid, Alianza Editorial, 1972.

[5] Véase: Que no vivamos como esclavos, documental de Yannis Youloutas, 2013.

 

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